miércoles, 27 de febrero de 2013

Los riesgos de la cirugía bariátrica




Los riesgos de la cirugía bariátrica 

Las operaciones quirúrgicas para tratar la obesidad son vistas a menudo como una solución rápida y no se toman en cuenta los riesgos, revela una investigación en el Reino Unido.

Obesidad

La cirugía bariátrica tiene riesgos como complicaciones gástricas e infección.
El Estudio Nacional Confidencial sobre Resultados Médicos y Muerte en Pacientes, una investigación que llevan a cabo los hospitales públicos y privados en el Reino Unido, analizó el cuidado médico que recibieron más de 300 pacientes sometidos a estos procedimientos.
Encontró que muchos no recibieron asesoría e información suficientes para poder consentir adecuadamente a las operaciones.
También se observó una carencia de atención médica después de la cirugía, dice el estudio.
En particular, se pone de manifiesto el hecho de que los pacientes no siempre habían tenido acceso a nutricionistas y psicólogos.

Complicaciones

El informe sugiere asimismo que estas carencias podrían estar contribuyendo al alto número de readmisiones hospitalarias de estos pacientes: casi 20% debe regresar al hospital en los seis meses tras la operación.
Las operaciones bariátricas incluyen varios procedimientos para reducir la capacidad del estómago y perder peso, como la colocación de una banda gástrica o un bypass gástrico para restringir el consumo de alimentos.
Con el incremento de la obesidad en el mundo estas operaciones son cada vez más populares en muchos países.
En el Reino Unido se llevaron a cabo 8.000 de estas operaciones el año pasado en los hospitales del Servicio Nacional de Salud. Y según los expertos el número se está incrementando 10% cada año.
Se desconoce cuántos de estos procedimientos se realizan en hospitales privados pero se cree que los números también se están incrementando drásticamente.
La revisión encontró que sólo 29% de los pacientes sometidos a las cirugías habían recibido asesoría psicológica antes de ser referidos a la operación.
Y un 25% de los formularios de consentimiento no contenían información apropiada sobre la cirugía, por ejemplo, los riesgos involucrados en ella.
"La cirugía bariática es un procedimiento radical con riesgos considerables además de beneficios. No debe ser realizada sin ofrecer información y apoyo adecuados a los pacientes"
Dr. Ian Martin
La atención postoperatoria fue considerada inadecuada en casi 35% de los casos estudiados.
El informe también revisó la forma como estas cirugías están siendo presentadas en los anuncios publicitarios. Los investigadores afirman que muchos anuncios sólo las muestran bajo una luz positiva.
El estudio está pidiendo a asociaciones profesionales y organismos reguladores que establezcan un código de conducta.
El doctor Ian Martin, coautor del informe, expresa que "la cirugía bariátrica es un procedimiento radical con riesgos considerables además de beneficios".
"No debe ser realizada sin ofrecer información y apoyo adecuados a los pacientes".
"El consentimiento a menudo se da el día en que el paciente es admitido para ser sometido a cirugía".
"Esto quiere decir que no hay tiempo para que los pacientes reflexionen en sus alternativas ni tengan la oportunidad de preguntan más sobre los riesgos y beneficios de la cirugía antes de aceptar someterse a la operación", agrega el experto.
Pero el presidente del Colegio Real de Cirujanos, el profesor Norman Williams, afirma que ya se están llevando a cabo esfuerzos para asegurar que se mantengan los estándares.
A principios de este año, dice, se emitieron nuevos lineamientos clínicos que cubren muchos de los asuntos expresados en el informe.

Obeso

Las operaciones bariátricas están aumentando en todo el mundo.
También asegura que las investigaciones están demostrando que la cirugía bariátrica es "un tratamiento increíblemente exitoso y costo efectivo".
"Continuaremos trabajando junto con otros profesionales de la salud en esta área de la cirugía para asegurar que se mantienen estándares altos de atención y seguridad para los pacientes" expresa.
Las complicaciones de las cirugías bariátricas también son frecuentes en otros países.
Un estudio de aseguradoras en Estados Unidos que incluyó 2.500 reclamaciones de pacientes sometidos a cirugía bariátrica mostró que 21,9% habían sufrido complicaciones durante el internamiento inicial y un 40% de complicaciones durante los siguientes seis meses.
Los problemas más comunes de estos procedimientos son dificultades gástricas como inflamación y diarrea después de comer, derrame en la incisión quirúrgica, hernias, infecciones y neumonía.

Fuente: BBC,

lunes, 25 de febrero de 2013

Obesidad y Psoriasis

 

La psoriasis, relacionada con niveles altos de una hormona de la obesidad


MADRID.- Parecen ser más propensos a la obesidad, a la hipertensión y a la diabetes. Las personas con psoriasis tienen mayores niveles de una hormona llamada leptina, responsable del exceso de peso, según un estudio publicado en 'Archives of Dermatology'.
Esta hormona, descubierta en 1994 y secretada por el tejido adiposo, se encarga de regular el peso del cuerpo, de controlar el consumo de alimentos y las reservas de grasa, estimular las funciones endocrinas y está implicada en el desarrollo de enfermedades inflamatorias o inmunológicas, como la diabetes tipo 1 y la artristis reumatoide.
"Los altos niveles de leptina implican un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes", afirma José Luis López Estebaranz, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Universitario Fundación de Alcorcón (Madrid).
La psoriasis es una enfermedad crónica inflamatoria de la piel caracterizada por manchas rojas y descamaciones en determinadas zonas del cuerpo como el tronco, los codos, las rodillas y el cuero cabellludo. Aunque no existe cura, sí hay tratamientos con los que mantener algunos síntomas controlados, tales como la inflamación, el picor y el enrojecimiento.
Con el objetivo de evaluar el papel que desempeña la leptina en la psoriasis y sus implicaciones médicas, un equipo de científicos del Hospital General de Veteranos Taichung y la Universidad Nacional Chung Hsing (Taiwán) ha estudiado los casos de 77 pacientes con psoriasis y 81 sin esta enfermedad de la piel.
Se compararon las características clínicas de los participantes (sexo, edad, peso...) y la gravedad de la psoriasis, así como la presencia de las siguientes enfermedades: obesidad, diabetes mellitus, hipertensión, dislipemia, incluyendo los niveles de colesterol (bueno y malo) y de triglicéridos (otro tipo de grasas), y otros episodios cardiovasculares como la isquemia cerebral y la cardiaca.

Las mujeres son más vulnerables

Según los resultados de esta investigación, los participantes con psoriasis fueron más propensos a tener obesidad, hipertensión y diabetes. Después de ajustar los datos y de tener en cuenta ciertas variables como el índice de masa corporal (IMC) u otros factores de riesgo cardiovascular, los niveles de leptina eran más altos en las personas con psoriasis, en las mujeres, en los individuos con obesidad, con hipertensión y con síndrome metabólico (conjunto de factores que aumentan el riesgo cardiovascular.
Según los responsables de la investigación, existen informes previos que asocian la psoriasis, la obesidad, la hipertensión, la diabetes mellitus, el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares. "Algunos eventos cardiovasculares son más comunes entre los pacientes con psoriasis comparados con la población general", afirma Ji-Ju Chen, principal investigador de este trabajo.
"Lo vemos todos los días en las consultas. Con frecuencia, los pacientes con psoriasis son obesos y tienen hipertensión", según el especialista.
Recientemente, y teniendo en cuenta las anteriores conclusiones, "se ha propuesto definir la psoriasis como un factor de riesgo independiente del infarto de miocardio", señala Ji-Ju Chen.
"Entre el 20 y el 25% de las psoriasis son moderadas-severas y éstas sí que se asocian con enfermedades cardiovasculares y obesidad de forma significativa e independiente, especialmente en los individuos más jóvenes", comenta el doctor López Estebaranz. Por esta razón "hoy en día tratamos la psoriasis como una enfermedad sistémica, de forma continuada y no sólo cuando aparecen los brotes", añade.

Fuente:elmundo 

jueves, 14 de febrero de 2013

Obesidad y cáncer: preguntas y respuestas


cancer

  • En los últimos veinte años, el porcentaje de adultos y niños con exceso de peso y obesos ha ido aumentando constantemente (vea la pregunta 2).
  • La falta de actividad física está relacionada físicamente con la obesidad (vea la pregunta 3).
  • Además de aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas coronarias, de ataque cerebral, alta presión arterial y diabetes, la obesidad aumenta el riesgo de cánceres de seno (después de la menopausia), de endometrio (el revestimiento del útero), de colon, riñón y de esófago (vea las preguntas 4, 6 a 10).
  • Evitar el aumento de peso puede hacer que disminuya el riesgo de cánceres de seno (después de la menopausia), de endometrio, de colon, de riñón y de esófago (vea la pregunta 13).
  • La actividad física regular disminuye el riesgo de cánceres de colon y de seno (vea la pregunta 15).
  1. ¿Qué es la obesidad? Las personas obesas tienen una proporción anormalmente elevada y nociva de grasa en el cuerpo. Para medir la obesidad, los investigadores usan ordinariamente una fórmula que se basa en el peso y la estatura, lo cual se conoce como índice de masa corporal (IMC). El índice de masa corporal es la relación de peso (en kilogramos) a estatura (en metros) al cuadrado. El índice de masa corporal proporciona una medida más exacta de obesidad o de exceso de peso que el peso solo.
    Las pautas establecidas por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) ponen a los adultos de 20 años y más en una de las cuatro categorías basándose en su índice de masa corporal (1):
    menor que 18,5Peso bajo
    mayor que 30Obesidad
    Las tablas siguientes (ya sea en kilos y centímetros o libras y pies) pueden usarse para determinar la categoría del índice de masa corporal. (Encuentre la altura y siga sobre el mismo renglón hasta llegar al peso correspondiente).

    Body Mass Index Chart, Adults 20 and Over Image

    Comparados con la gente de la categoría de peso normal, quienes tienen exceso de peso o son obesos tienen un riesgo mayor de muchas enfermedades, incluyendo diabetes, presión arterial alta, enfermedades cardiovasculares, ataque cerebral y algunos cánceres. La obesidad reduce la expectativa de vida. 
  2. ¿Qué tan comunes son el exceso de peso o la obesidad? Los resultados de la Encuesta Nacional de 1999 a 2000 de Análsis de Nutrición y Salud, 1999–2000 National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES), indican que aproximadamente un 64 por ciento de adultos de los Estados Unidos tienen exceso de peso o son obesos (2). Esto representa un aumento de 8 puntos de porcentaje comparados con los cálculos de una encuesta anterior (NHANES III 1988–1994).
    Casi una tercera parte de todos los adultos están clasificados ahora como obesos. Esto refleja un aumento de 7,6 puntos de porcentaje desde 1994 (2). Los datos indican que 31 por ciento de los adultos de 20 años y más, casi 59 millones de personas, tienen un índice de masa corporal de 30 o más, comparados con 23 por ciento en 1994.
    Además, el porcentaje de niños con exceso de peso sigue aumentando. Entre niños y adolescentes de 6 a 19 años, 15 por ciento (casi 9 millones) tienen exceso de peso de acuerdo a los datos de 1999–2000, o tres veces la proporción de 1980 (3). 
  3. ¿Qué causa obesidad? Los expertos han concluido que las causas principales de la obesidad son el estilo de vida sedentario y el consumo excesivo de alimentos ricos en calorías (4):
    • Estilo de vida sedentario —Los investigadores han encontrado una fuerte correlación entre la falta de actividad física y la obesidad (4, 5).
    • Dieta —Una dieta rica en calorías o grasas parece ser un factor importante de obesidad (6). 
  4. ¿Qué han aprendido los científicos acerca de la relación entre la obesidad y el cáncer? En 2001, los expertos concluyeron que los cánceres de colon, seno (posmenopáusico), endometrio (el revestimiento del útero), riñón y esófago están relacionados con la obesidad. Algunos estudios han también indicado que existen enlaces entre la obesidad y los cánceres de vesícula biliar, ovarios y páncreas (4).
    La obesidad y la inactividad física pueden ser responsables de un 25 a un 30 por ciento de varios cánceres principales: colon, seno (posmenopáusico), endometrio, riñón y cáncer de esófago (4).
    Evitar subir de peso puede reducir el riesgo de muchos cánceres. Los expertos recomiendan que uno establezca la costumbre de comer sanamente y de tener actividad física cuando se es joven para evitar el exceso de peso y la obesidad. A quienes ya tienen exceso de peso o son obesos se les recomienda que eviten subir más de peso y que bajen de peso por medio de una dieta baja en calorías y de ejercicio. Aun bajar de peso sólo un 5 o 10 por ciento del peso total puede proporcionar beneficios para la salud (4).
  5. ¿Cuántas personas padecen de cáncer por exceso de peso o por ser obesas? ¿Cuántas mueren? En 2002, se calculó que cerca de 41.000 nuevos casos de cáncer en los Estados Unidos se debieron a la obesidad. Esto quiere decir que cerca de 3,2 por ciento de todos los casos nuevos de cáncer estaban relacionados con la obesidad (7).
    Un informe reciente calculó que, en los Estados Unidos, 14 por ciento de las muertes por cáncer en hombres y 20 por ciento de las muertes en mujeres se debieron al exceso de peso y a la obesidad (8). 
  6. ¿Aumenta la obesidad el riesgo de cáncer de seno? El efecto de la obesidad sobre el riesgo de cáncer de seno depende del estado menopáusico de la mujer. Antes de la menopausia, las mujeres obesas tienen un riesgo menor de padecer cáncer de seno que las mujeres de peso saludable (4, 9, 10, 11, 12). Sin embargo, después de la menopausia, las mujeres obesas tienen 1,5 veces el riesgo de mujeres de peso saludable (9, 10, 13, 14).
    Las mujeres obesas tienen también un riesgo mayor de morir por cáncer de seno después de la menopausia comparadas con mujeres delgadas (4, 11, 15, 16). Los científicos calculan que cerca de 11.000 a 18.000 muertes por año por cáncer de seno en mujeres estadounidenses mayores de 50 años podrían evitarse si las mujeres pudieran mantener un IMC abajo de 25 durante toda su vida adulta (16).
    La obesidad parece aumentar el riesgo de cáncer de seno sólo entre mujeres posmenopáusicas que no usan hormonas para la menopausia. De las mujeres que usan hormonas para la menopausia, no existe una diferencia importante en el riesgo de cáncer de seno entre las mujeres obesas y las de peso saludable (4, 9, 11, 17).
    Tanto el riesgo mayor de padecer cáncer de seno como morir por él después de la menopausia se cree que se deben a los niveles más altos de estrógeno en las mujeres obesas (18). Antes de la menopausia, los ovarios son la fuente principal de estrógeno. Sin embargo, el estrógeno se produce también en tejido graso y, después de la menopausia, cuando los ovarios dejan de producir hormonas, el tejido graso pasa a ser la fuente más importante de estrógeno (14). Los niveles de estrógeno en mujeres posmenopáusicas son 50 a 100 por ciento más elevados entre mujeres pesadas que entre mujeres delgadas (11). Los tejidos sensibles al estrógeno están expuestos por lo tanto a más estímulo de estrógeno en mujeres pesadas, lo que lleva a un crecimiento más rápido de tumores de seno que responden al estrógeno.
    Otro factor relacionado con tasas de mortalidad más elevadas por cáncer de seno en mujeres obesas es que el cáncer de seno es más posible que se detecte en una etapa más tardía en mujeres obesas que en mujeres delgadas. Esto es porque la detección de un tumor de seno es más difícil en mujeres obesas que en mujeres delgadas (12).
    Los estudios de obesidad y cáncer de seno en mujeres de minorías en Estados Unidos han sido limitados. Existe alguna evidencia que, entre mujeres afroamericanas, el riesgo relacionado con la obesidad puede estar ausente o ser menor que el de otras poblaciones (19, 20, 21). Sin embargo, un informe reciente indicó que las mujeres afroamericanas con un IMC elevado tienen más probabilidad de estar en una etapa avanzada de cáncer de seno al momento del diagnóstico (22). Otro informe indicó que mujeres blancas hispanas obesas tenían una probabilidad dos veces mayor de padecer cáncer de seno que las mujeres hispanas no obesas, pero los investigadores no detectaron una diferencia en el riesgo de mujeres hispanas obesas antes y después de la menopausia (23).
    Se ha encontrado que subir de peso durante la vida adulta es el indicador más consistente y más fuerte de riesgo de cáncer de seno en estudios en los que se ha examinado (4, 10, 11, 24).
    La distribución de la grasa en el cuerpo puede afectar también el riesgo de cáncer de seno. Las mujeres que tienen una gran cantidad de grasa en el abdomen tienen un riesgo mayor de cáncer de seno que aquéllas cuya grasa está distribuida sobre las caderas, las nalgas y las extremidades inferiores (13, 25, 26). Los resultados de estudios sobre el efecto de grasa abdominal son menos consistentes que los estudios sobre el aumento de peso o sobre el IMC.
  7. ¿Aumenta la obesidad el riesgo de cáncer de útero? La obesidad ha sido relacionada consistentemente con el cáncer de útero (de endometrio). Las mujeres obesas tienen de dos a cuatro veces mayor riesgo de padecer la enfermedad que las mujeres de un peso saludable, sin importar el estado de menopausia (4, 27, 28, 29, 30). También se ha demostrado un riesgo mayor entre mujeres con exceso de peso (28, 30). Se ha calculado que la obesidad es responsable de cerca de 40 por ciento de los casos de cáncer de endometrio en sociedades opulentas (31).
    No es claro por qué la obesidad es un factor de riesgo de cáncer de endometrio; sin embargo, se ha sugerido que la exposición durante toda la vida a las hormonas y los niveles elevados de estrógeno e insulina en mujeres obesas pueden ser factores contribuyentes (4, 27, 28, 29, 32).
  8. ¿Aumenta la obesidad el riesgo de cáncer de colon? El cáncer de colon ocurre con más frecuencia en gente obesa que en gente con peso saludable (4, 33, 34, 35, 36, 37). Se ha reportado consistentemente un riesgo mayor de cáncer de colon en hombres con índices de masa corporal elevados (34, 37, 38). La relación entre el IMC y el riesgo en mujeres, sin embargo, se ha encontrado que es más débil (4, 34, 38) o que no existe (39).
    Al contrario del cáncer de seno y de endometrio, el estrógeno parece ser protector para cáncer de colon en mujeres en general (40). Sin embargo, la obesidad y el estado de estrógeno también interactúan en su influencia sobre el riesgo de cáncer de colon. Las mujeres con un alto índice de masa corporal que son premenopáusicas o posmenopáusicas y que toman estrógenos tienen un riesgo mayor de cáncer de colon semejante al que se ve en hombres con un alto índice de masa corporal. Por el contrario, mujeres con un alto IMC que han pasado por la menopausia y que no toman estrógenos no tienen un riesgo mayor de cáncer de colon (41).
    Existe alguna evidencia de que la obesidad abdominal puede ser más importante en el riesgo de cáncer de colon (37, 38). En hombres, un índice de masa corporal tiende a estar relacionado con grasa en el abdomen. En mujeres, es más probable que la grasa esté distribuida en las caderas, muslos y nalgas. De esta manera, dos medidas de grasa abdominal: relación de cintura a cadera o circunferencia de la cintura, pueden ser mejores indicadores de riesgo de cáncer de colon. Sin embargo, pocos estudios han comparado hasta ahora las relaciones cintura a cadera con el riesgo de cáncer de colon en mujeres. Un estudio que sí encontró un riesgo mayor de cáncer de colon entre mujeres con proporciones de cintura a cadera encontró que la relación estaba presente sólo entre mujeres inactivas, sugiriendo que altos niveles de actividad física pueden contrarrestar los efectos de mayor grasa abdominal (42).
    Se han propuesto algunos mecanismos para el efecto adverso de la obesidad en el riesgo de cáncer de colon. Una de las principales hipótesis es que los niveles elevados de insulina o de los factores de crecimiento relacionados con la insulina en la gente obesa podrían promover el desarrollo de tumores (4, 43, 44).
  9. ¿Aumenta la obesidad el riesgo de cáncer de riñón? Estudios han encontrado con consistencia un enlace entre un tipo de cáncer de riñón (carcinoma de células renales) y la obesidad en mujeres (4, 30, 45, 46, 47, 48); habiendo algunos estudios encontrado que el riesgo entre mujeres obesas es dos a cuatro veces mayor que el riesgo de mujeres con peso saludable.
    Los resultados de estudios que incluyen a hombres han sido más variables, yendo desde una relación semejante a la que se ve en mujeres (30, 46, 49), a una relación débil (48, 50, 51), o a ninguna relación (45). Un meta-análisis, (en donde varios estudios se combinan en un informe único) el cual encontró una relación igual de riesgo entre hombres y mujeres, calculó que el riesgo de cáncer de riñón es 36 por ciento más alto en una persona con exceso de peso y 84 por ciento más alto en una persona obesa comparadas con personas de peso saludable (52).
    Los mecanismos por los que la obesidad puede aumentar el riesgo de cáncer de células renales no se entienden bien. Una mayor exposición a los esteroides sexuales, estrógeno y andrógeno, es un mecanismo posible (4). 
  10. ¿Aumenta la obesidad el riesgo de cáncer de esófago o de estómago? Los individuos con exceso de peso y obesos tienen dos veces más probabilidad que las personas con peso saludable de padecer un tipo de cáncer de esófago llamado adenocarcinoma de esófago (4, 53, 54, 55, 56). Se ha encontrado un aumento menor en el riesgo de cáncer del cardias gástrico, un tipo de cáncer de estómago que empieza en el área del estómago próxima al esófago (54, 55, 56, 57). La mayoría de los estudios no han observado aumentos en el riesgo con obesidad en otro tipo de cáncer de esófago: cáncer de células escamosas. Un riesgo mayor de adenocarcinoma de esófago también se ha relacionado con un aumento de peso, fumar, y tener menos de 59 años de edad (54, 57).
    Los mecanismos por los que la obesidad aumenta el riesgo de adenocarcinoma de esófago y del cardias gástrico no se entienden bien. Uno de los mecanismos principales que se proponen ha sido que los aumentos del reflujo gástrico debido a la obesidad pueden aumentar el riesgo. Sin embargo, en los pocos estudios que han examinado este asunto, el riesgo relacionado con el IMC era semejante para quienes tenían reflujo gástrico o no (56). 
  11. ¿Aumenta la obesidad el riesgo de cáncer de próstata? De más de 35 estudios sobre el riesgo de cáncer de próstata, la mayoría concluyen que no hay una relación con la obesidad (4, 44, 58, 59, 60). Algunos reportan que los hombres obesos tienen un riesgo mayor que los hombres de peso saludable, particularmente para tumores más agresivos (61, 62, 63). Un estudio encontró un mayor riesgo entre hombres con proporciones elevadas de cintura a caderas, lo cual sugiere que la grasa abdominal podría ser una medida más apropiada de tamaño del cuerpo en relación con el cáncer de próstata (64).
    Los estudios que examinan el IMC y la mortalidad por cáncer de próstata han tenido resultados conflictivos (8, 65, 66).
    A pesar de la falta de relación entre la obesidad y la incidencia de cáncer de próstata, algunos estudios han examinado factores biológicos potenciales que están relacionados con la obesidad, como los factores de crecimiento relacionados con la insulina, leptina y otras hormonas. Los resultados de estos estudios son inconsistentes pero, generalmente, el riesgo se ha relacionado a hombres con niveles más altos de leptina (67), insulina (68), y IGF–1 (factor-1 de crecimiento como la insulina) (69).
  12. ¿Existe alguna evidencia de que la obesidad está relacionada con el cáncer de vesícula biliar, de ovarios o de páncreas? Se ha encontrado un riesgo mayor de cáncer de vesícula biliar relacionado con la obesidad, especialmente entre mujeres (70, 71, 72). Esto puede deberse a la frecuencia más alta de cálculos en la vesícula en individuos obesos, ya que los cálculos son considerados como un factor fuerte de riesgo de cáncer de vesícula biliar. Sin embargo, no existe suficiente evidencia para sacar conclusiones firmes.
    No es claro si la obesidad afecta el riesgo de cáncer de ovarios. Algunos estudios reportan un riesgo mayor entre mujeres obesas (73, 74, 75), mientras que otros no han encontrado una relación (76, 77). Un informe reciente encontró un riesgo mayor en mujeres que tenían exceso de peso o eran obesas en la adolescencia o de adultas jóvenes; no se encontró un riesgo mayor en mujeres obesas de más edad (78).
    Estudios que evalúan la relación entre la obesidad y el cáncer de páncreas han sido inconsistentes (79, 80, 81, 82). Un estudio reciente encontró que la obesidad aumenta el riesgo de cáncer de páncreas sólo en aquellos que no son activos físicamente (80). Un meta-análisis reciente reportó que la gente obesa tiene un riesgo 19 por ciento mayor de cáncer de páncreas que quienes tienen un IMC saludable. Los resultados, sin embargo, no fueron conclusivos (83). 
  13. ¿Disminuye el riesgo de cáncer si se evita subir de peso? La forma más conclusiva de probar si al evitar subir de peso disminuirá el riesgo de cáncer es mediante un estudio clínico controlado. En la actualidad, no ha habido estudios clínicos controlados sobre el efecto en el cáncer relacionado con evitar subir de peso. Sin embargo, muchos estudios de observación han indicado que evitando subir de peso disminuye el riesgo de cánceres de colon, de seno (después de la menopausia), endometrio, riñón y de esófago. Existe evidencia limitada para cánceres de tiroides, y no hay evidencia substancial para todos los otros cánceres (4, 84).
  14. ¿Disminuye el riesgo de cáncer si se baja de peso? No existe suficiente evidencia de que bajar intencionalmente de peso afectará el riesgo de cáncer para ningún tipo de cáncer. Un número muy limitado de estudios de observación han examinado el efecto de bajar de peso, y unos pocos encontraron un riesgo menor de cáncer de seno en mujeres que han bajado de peso. Sin embargo, la mayoría de estos estudios no han podido evaluar si el bajar de peso fue intencional o estaba relacionado con otros problemas de salud (4, 24, 25, 85).
    Un estudio reciente que examinó el efecto de bajar de peso intencionalmente encontró que las mujeres que experimentaron bajar de peso intencionalmente de 20 a más libras y que no tenían exceso de peso al presente tenían tasas de cáncer al nivel de mujeres sanas que nunca bajaron de peso. Sin embargo, episodios de pérdida de peso no intencionales no estuvieron relacionados con un menor riesgo de cáncer (86). 
  15. ¿Disminuye el riesgo de cáncer la actividad física regular? No ha habido estudios clínicos controlados sobre el efecto de la actividad física regular en el riesgo de padecer cáncer. Sin embargo, estudios de observación han examinado la posible relación entre la actividad física y un riesgo menor de padecer cáncer de colon o de seno:
    • Cáncer de colon: En 2002, una revisión mayor de estudios de observación encontró que la actividad física redujo el riesgo de cáncer de colon en un 50 por ciento. Esta reducción ocurrió aun con niveles moderados de actividad física (4). Por ejemplo, un estudio indicó que aun ejercicio moderado, como caminar vigorosamente 3 o 4 horas a la semana, puede hacer disminuir el riesgo de cáncer de colon (42).
      Un número limitado de estudios han examinado el efecto de la actividad física en el riesgo de cáncer de colon tanto para gente delgada como para gente obesa. La mayoría de estos estudios han encontrado un efecto protector de la actividad física a través de todos los niveles de IMC (4).
    • Cáncer de seno: El tipo de relación entre la actividad física y el riesgo de cáncer de seno es algo diferente. La mayoría de los estudios sobre el cáncer de seno se han enfocado en las mujeres posmenopáusicas. Un estudio reciente de la Iniciativa para la Salud de la Mujer, Women's Health Initiative, encontró que la actividad física entre mujeres posmenopáusicas a un nivel de caminar cerca de 30 minutos al día estaba relacionado con una reducción de un 20 por ciento en el riesgo de cáncer de seno. Sin embargo, esta reducción en el riesgo era mayor entre mujeres que tenían un peso normal. Para estas mujeres, la actividad física estaba relacionada con un 37 por ciento de disminución en el riesgo. El efecto protector de la actividad física no se encontró entre mujeres obesas o con exceso de peso (87).
  16. ¿Qué mecanismos biológicos se piensa que están implicados al explicar el enlace entre la obesidad y el cáncer? El mecanismo biológico que explica en qué forma la obesidad aumenta el riesgo de cáncer puede ser diferente para cánceres diferentes. (Vea las  preguntas 6 a 11). No se conocen los mecanismos exactos de ninguno de los cánceres. Sin embargo, los mecanismos posibles son las alteraciones de las hormonas sexuales (p. ej., estrógeno, progesterona y andrógenos), y la insulina y el IGF–1 en gente obesa que pueden ser responsables de su mayor riesgo para cánceres de seno, endometrio y colon. La globulina que se liga a las hormonas sexuales, la proteína portadora principal de ciertas hormonas sexuales en el plasma, puede estar también implicada en el riesgo alterado para estos cánceres en gente obesa (4, 32, 58, 88).
  17. ¿Cuáles son las necesidades actuales de investigación? Aunque ha habido investigación extensa en grandes poblaciones que se ha fijado en el enlace posible entre la obesidad y el cáncer, pocos estudios clínicos han estudiado el efecto del control de peso, actividad física y equilibrio de energía (las calorías que se consumen comparadas con las calorías que se gastan) sobre el cáncer. Para algunos cánceres, como el cáncer de colon y de seno, no es claro si el riesgo mayor de cáncer en gente obesa se debe al peso en exceso; a una dieta elevada en grasa, en calorías; a falta de actividad física, o a una combinación de estos factores.
    El informe del 2002 de la Agencia Internacional para Investigación sobre el Cáncer, International Agency for Research on Cancer (IARC), sobre el control de peso, actividad física y cáncer (4) hizo varias recomendaciones de estudios para el futuro:
    • Conducir estudios de intervención a largo plazo acerca del efecto de cambios en la dieta sobre el aumento de peso y el riesgo de cáncer;
    • Conducir estudios de intervención a largo plazo acerca del efecto de formas de actividad física (intensidad, frecuencia y duración de varios tipos de actividad física) en relación con el aumento de peso y el riesgo de cáncer;
    • Conducir estudios de intervención a largo plazo sobre los efectos combinados de cambios en la dieta y actividad física sobre la obesidad y el riesgo de cáncer; y
    • Conducir estudios de intervención en la comunidad para prevenir el aumento de peso y fomentar la actividad física.
    Varios reportes internacionales han concluido que el control de la epidemia de obesidad requiere inversiones substanciales por parte de muchos segmentos de la sociedad. Los esfuerzos para aumentar la actividad física y promover una alimentación saludable son necesarios en las familias, en las guarderías infantiles, escuelas y lugares de trabajo. Los esfuerzos de los servicios para la comunidad como asistencia sanitaria y educación pública son necesarios, así como sistemas de transporte que fomentan caminar y el uso de bicicletas (4).
  18. ¿Está el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) estudiando en la actualidad la conexión posible entre la obesidad y el cáncer? Varios estudios financiados por el NCI están investigando la relación entre la obesidad y el cáncer, incluyendo cánceres de seno, de ovarios, endometrio, próstata, colorrectal y de esófago. Algunos de los estudios con mujeres son los siguientes:
    • El Estudio sobre Cáncer de Seno y de Endometrio “Four Corners” está enfocándose en los efectos de la obesidad y los cambios de peso sobre el riesgo de cáncer de seno y de endometrio entre mujeres hispanas, nativas americanas y blancas no hispanas (89).
    • Un estudio de mujeres blancas, afroamericanas y latinas está investigando si el consumo de fitoestrógeno puede modificar el riesgo de cáncer de endometrio relacionado con la obesidad (90).
    • El Estudio de la Salud de la Mujer Negra está considerando el efecto de los factores del riesgo, incluyendo la obesidad, sobre el riesgo de cáncer de seno (91). El Estudio de Salud, Alimentación, Actividad y Estilo de Vida y el Pronóstico del Cáncer de Seno, (HEAL), está examinando las interrelaciones entre dieta, peso, actividad física, hormonas, pronóstico de cáncer de seno y calidad de vida en una muestra de 1200 supervivientes de cáncer de seno
      (http://appliedresearch.cancer.gov/surveys/heal/).
    La Division de Epidemiología y Genética del Cáncer (DCEG), una de las divisiones internas de investigación del NCI, está conduciendo una serie de estudios epidemiológicos a gran escala sobre la influencia de la obesidad y de inactividad física sobre varios cánceres principales. Estos incluyen estudios de muestras dentro de estudios clínicos, como el Estudio de Alfa Tocoferol y Beta-Caroteno; el Estudio de Cáncer de Próstata, de Pulmón, de Colon y Recto y de Ovarios; y el Estudio de Prevención de Pólipos. Además, la DCEG está estudiando el equilibrio de energía en estudios de muestras y de control de casos en Suecia, China y los Estados Unidos; estos son el Estudio de Dieta y Salud NIH-AARP (Institutos Nacionales de la Salud y Asociación Americana de Personas Jubiladas), un estudio de muestra prospectivo de nutrición en relación con los cánceres principales entre más de medio millón de hombres y mujeres estadounidenses, y el Consorcio de Muestras, Cohort Consortium, un proyecto nuevo que combina varios estudios prospectivos de muestras de todo el mundo, reuniendo información sobre los factores relacionados con el balance de energía de cada muestra.
    El Instituto Nacional del Cáncer está también desarrollando y apoyando iniciativas de investigación para mejorar la medida de la dieta y la actividad física en la población, para entender los conocimientos y prácticas de los profesionales de la salud acerca del tratamiento de la obesidad, y apoyar el establecimiento de centros de nutrición energéticos y actividad física y resultados de cáncer. Algunas de estas iniciativas son copatrocinadas con otras dependencias de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) (http://grants.nih.gov/grants/guide/pa-files/PA-01-017.html).
    Otros estudios que se llevan a cabo o son financiados por el Instituto Nacional del Cáncer usan modelos animales para estudiar la obesidad y el cáncer. Uno de esos estudios está examinando el papel de la masa de grasa corporal sobre el avance del cáncer en un modelo de ratón de cáncer de próstata. El Centro de Investigación en Oncología (Center for Cancer Research), una de las divisiones internas de investigación, está llevando a cabo estudios que examinan los mecanismos de modulación de energía, específicamente la restricción calórica, el ayuno, la actividad física, la obesidad inducida por dieta y la obesidad inducida genéticamente, usando con frecuencia modelos animales de cáncer.
    El NCI está apoyando el entrenamiento de científicos nuevos por medio de programas como el de Capacitación en Nutrición y Obesidad de la Universidad de California en Los Angeles, y subvenciones individuales a nuevos científicos, que están estudiando tópicos como el tratamiento culturalmente efectivo para el control de peso y de fumar; exploración e intervención en el aumento de peso relacionado con quimioterapia adyuvante para cáncer de seno; y tejido adiposo del vientre y neoplasia colorrectal.
    Ya que la distribución de los resultados de investigación es importante, NCI tiene programas en curso para pasar a la práctica la investigación relacionada con la obesidad. Por ejemplo, la División de Control de Cáncer y Ciencias de Población está apoyando la integración de la dieta y ciencia de la actividad física hacia un planteamiento comprensivo de control de cáncer. El programa de control de cáncer PLANET (Plan, Link, Act, Network With Evidence-Based Tools (Planificar, enlazar, actuar, relacionar con herramientas basadas en la evidencia)) proporciona acceso a datos y recursos que pueden ayudar a los planificadores, al personal de los programas y a los investigadores a diseñar, poner en funcionamiento y evaluar programas de control de cáncer que se basan en la ciencia. Los módulos en PLANET incluyen información científica sobre intervenciones relacionadas con la dieta, la actividad física y el programa del NCI 5 A Day For Better Health (5 al Día Para una Mejor Salud) (http://www.fruitsandveggiesmatter.gov/), el cual ha incluido mensajes sobre la importancia de mantener un peso saludable y un estilo de vida físicamente activo en sus proyectos de concienciación pública. Estos mensajes son un elemento clave de la campaña reciente del NCI: 9 A Day Campaign for African American Men, (9 al Día para Hombres Afroamericanos) para incrementar el consumo de frutas y verduras por parte de los hombres afroamericanos. Como autoridad nacional de salud para 5 al Día, el NCI proporciona el liderazgo a través de la realización de una campaña nacional de medios de comunicación, apoyo de los programas estatales de 5 al Día, coordinación de proyectos nacionales de cooperación y actividades, y financiación de investigación para el cambio de conductas relacionadas con la nutrición.
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Fuente:   http://www.cancer.gov/espanol

domingo, 10 de febrero de 2013

Alimentación y estado de ánimo

 

La dieta puede influir en el estado de ánimo


A pesar de que el cerebro sólo representa el 2-3% del peso corporal total, es responsable del consumo del 20% de la energía que extraemos de los alimentos. Su funcionamiento requiere tan sólo de oxígeno y de glucosa, sin embargo, son necesarios otros nutrientes para el desarrollo de funciones de la mente como la memoria, la concentración, el pensamiento? que tienen su sede en el cerebro. Una alimentación desequilibrada puede producir carencias específicas de vitaminas o minerales que se manifiestan mediante síntomas o sensaciones como apatía, desgana, irritabilidad, nerviosismo, cansancio, falta de atención, fallos de memoria, de concentración e incluso depresión. 



Nutrientes del sistema nervioso

Ciertos componentes de los alimentos desempeñan una labor específica en el funcionamiento del cerebro y de las neuronas (células especializadas del sistema nervioso que producen y trasmiten el impulso nervioso) y el cerebro los requiere en buena cantidad, dado que alberga más del 90% de las neuronas del cuerpo.

Los hidratos de carbono, fuente de glucosa

La glucosa, molécula en la que se descomponen los hidratos de carbono, es el nutriente energético que preferentemente el cerebro utiliza, de ahí que resulte esencial mantener estable su nivel en sangre (conocido como glucemia). Esto se consigue consumiendo con la frecuencia adecuada alimentos ricos en hidratos de carbono complejos -como pan, arroz y otros cereales, pasta, patatas y legumbres- y simples -como frutas, azúcar, miel y alimentos dulces en general-.
Se aconseja que los hidratos de carbono complejos prevalezcan sobre los simples porque permiten que la glucosa se libere paulatinamente y se mantenga estable la glucemia. Además, la distribución de la alimentación en varias tomas, es decir, comer 4 ó 5 veces al día, a horas regulares, y no dejar pasar más de 3-4 horas entre comidas, ayudan a mantener estable la glucemia.

También conviene romper el ayuno nocturno, bien con un buen desayuno bien con un almuerzo equilibrado, y en estas ingestas no pueden faltar los hidratos de carbono. Una hipoglucemia mantenida durante horas puede ser la causa del nerviosismo, la irritabilidad, el cansancio, la falta de concentración o los mareos, entre otros síntomas, que experimentan muchas personas durante la mañana si no se han alimentado bien. 


 

 

El triptófano

La serotonina, también llamada hormona del humor, es un neurotransmisor (mensajero químico) relacionado con el sueño saludable, el estado de ánimo y el buen humor, y su concentración en el cerebro es directamente proporcional a la concentración de triptófano en el plasma y el cerebro. Los neurotransmisores son compuestos químicos que producen excitación entre las neuronas, lo que hace que éstas se comuniquen entre sí y trasmitan los mensajes. Diversas investigaciones han confirmado que la serotonina es muy abundante en los lugares del cerebro que dirigen el estado de ánimo y el afecto, y por tanto, los cambios en los niveles de serotonina afectan al ánimo. Esta sustancia también actúa como el reloj interno de nuestro cuerpo, y determina nuestros ciclos de sueño y de vigilia.
El triptófano es un aminoácido esencial, es decir, un componente de las proteínas que ha de ser aportado necesariamente a través de la alimentación. A través de complejos ciclos metabólicos se transforma en serotonina; y en esta conversión participa también la vitamina B6.
Alimentos ricos en triptófano: huevos, lácteos, pescados, carnes, legumbres (soja), frutos secos, frutas (plátano, piña, aguacate).

 

 

Vitaminas del grupo B

Las vitaminas del grupo B son las que más influyen en el buen funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso en su conjunto.

  • B1 o tiamina. La tiamina juega un papel fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono, por lo que su carencia afecta sobre todo a los tejidos que dependen mucho de este suministro energético, como el cerebro. Un consumo excesivo de alimentos dulces (azúcar, chocolate, bollería, repostería, pastelería, chucherías?) puede reducir las reservas de vitaminas B1, y esta es una de las razones por la que conviene moderar el consumo de estos alimentos superfluos. La escasez de esta vitamina produce irritabilidad nerviosa, falta de concentración y de memoria, y puede ser causa de depresión. Abunda en: soja fresca, germen de trigo, carnes, pescados, frutos secos (nuez del Brasil, anacardo, pipas?), legumbres o cereales integrales, especialmente en la avena.
  • B6 o piridoxina. Interviene en diversos aspectos del metabolismo y la biosíntesis de diversos neurotransmisores -entre ellos la serotonina a partir de triptófano-, y en la formación de las vainas de mielina de las neuronas, aislamiento necesario para que las neuronas y las fibras nerviosas puedan transmitir correctamente las señales y, por tanto, las órdenes de nuestro cerebro a los músculos del cuerpo. Su aporte deficiente puede causar irritabilidad, nerviosismo, fatiga e incluso depresión.
    Encontramos esta vitamina en: germen de trigo, sesos y vísceras, pescado azul, quesos curados, frutos secos, cereales integrales, legumbres, levadura de cerveza.
  • B12: Interviene en el buen funcionamiento del sistema nervioso, por lo que su deficiencia produce trastornos neurológicos, como neuropatía sensitiva con irritabilidad y depresión. Los alimentos de origen animal son las fuentes dietéticas de esta vitamina, y destacan: hígado y vísceras, pescado azul (sardinas), solomillo, paté de hígado, huevos y queso.

Ácidos grasos esenciales

Los ácidos grasos esenciales, linoleico y linolénico, son necesarios para el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso y del cerebro por su abundancia en la membrana de las neuronas.
Un aporte adecuado de ácidos grasos esenciales se consigue consumiendo aceite de semillas, frutos secos, germen de cereales, aguacate, margarina 100% vegetal, cereales integrales, soja y aceite de hígado de bacalao, o complementos dietéticos como el aceite de onagra y el germen de trigo.

 

 

Fosfolípidos

Los fosfolípidos son una mezcla compleja de grasas, ácidos grasos esenciales, ácido fosfórico y dos vitaminas del grupo B como la colina y el inositol.
Estas sustancias forman parte de la membrana de todas las células, incluidas las neuronas, por lo que es preciso una concentración adecuada de estos compuestos en el organismo para el buen funcionamiento celular.
Abundan en: hígado, sesos, corazón y yema de huevo.


Hierro

Las células cerebrales utilizan hierro para su funcionamiento normal a cualquier edad y este mineral interviene en la función y síntesis de neurotransmisores. Por ello, la deficiencia en hierro se relaciona con menor capacidad de concentración, de atención y de memoria y menor rendimiento escolar o laboral.
Los alimentos más ricos en hierro son: almejas, berberechos y similares, levadura, morcilla, vísceras (hígado, riñón), germen de trigo, foie gras, carnes (sobre todo de caballo), pescados, legumbres, frutos secos o cereales integrales. Los alimentos vegetales contienen hierro de menor absorción por el organismo. No obstante, combinándolos con alimentos ricos en vitamina C o en proteínas, aumenta la absorción orgánica de este mineral.

Excitantes y relajantes

Además de los alimentos que nutren y favorecen el funcionamiento normal del sistema nervioso, también hay otros que contienen sustancias excitantes que pueden acelerar su actividad provocando nerviosismo o agravando la excitación.
El estimulante por excelencia es la cafeína, un alcaloide abundante en el café, el té (teína), las bebidas de cola, el cacao y el chocolate (teobromina). El ginseng también es un potente excitante y se añade a ciertas bebidas estimulantes o se consume como complemento. Asimismo, el alcohol que contienen en mayor o menor cantidad las bebidas alcohólicas altera al sistema nervioso porque es un potente tóxico para las neuronas.
Las sustancias estimulantes excitan pero no nutren y, aunque momentáneamente pueden proporcionar cierta ayuda, su uso continuado y exagerado acaba produciendo desgaste nervioso, agotamiento y falta de adaptación al estrés.
Para combatir el exceso de nerviosismo, se debe asegurar que el tejido nervioso esté bien nutrido, incluyendo alimentos ricos en los nutrientes descritos (hidratos de carbono, triptófano, vitaminas del grupo BB, hierro y fosfolípidos).
En estos casos, además de revisar que la dieta sea equilibrada, se aconseja incluir alimentos integrales, cereales como la avena, frutos secos, legumbres, aceite de semillas y complementos dietéticos como la levadura de cerveza, el germen de trigo o la lecitina de soja. También se puede hacer uso (siempre consultando a una persona experta) de plantas que contienen sustancias que ralentizan la función nerviosa y proporcionan al organismo la sensación de relajación esperada. Algunas plantas relajantes: avena, azahar, espino albar, melisa, pasiflora, valeriana, tila.

Fuente: revista consumer