domingo, 7 de abril de 2013

La diarrea en la tercera edad es peligrosa


                       

La diarrea es una de las alteraciones del aparato digestivo más frecuentes durante la tercera edad, y si bien no es mortal, puede ser peligrosa cuando no se atiende a tiempo ni se ofrece adecuada rehidratación.
La diarrea es una enfermedad que se caracteriza por el aumento en el número de evacuaciones que se realizan diariamente (más de tres) y la consistencia y calidad de las mismas (líquidas). Sin embargo, hay que distinguir que si la persona tiene solamente tres deposiciones y éstas son de consistencia pastosa o semisólida, no deberá considerarse como tal.
Si usted identifica a su familiar con este desajuste, será elemental que no permita que se deshidrate, por lo que lo más conveniente es que le suspenda totalmente los alimentos, a excepción del agua, que deberá dársele cada dos horas (un vaso), mientras la diarrea esté presente.

Alimentos e infecciones

El individuo de la tercera edad debe evitar consumir alimentos con alto contenido de grasas, en especial de origen animal, pues éstas modifican el tránsito del bolo fecal por el intestino, incorporan mayor cantidad de líquidos al interior del mismo y provocan, en consecuencia, una diarrea alimenticia. Este tipo es muy común y aparece cuando aumenta el volumen usual de las comidas, lo que es frecuente cuando los ancianos acuden a un festejo o reunión; el malestar se detiene solo y no es necesario ingerir ningún medicamento pero, como ya se mencionó, es fundamental mantener bien hidratada a la persona.
Las diarreas alimenticias son indoloras, el excremento es líquido pero tiende a disminuir en cantidad y consistencia, al grado que las evacuaciones (entre 4 y 6 al día) se detienen sin el uso de medicamentos de ningún tipo, solamente con la dieta regular y la hidratación adecuada
Por otra parte, se debe tomar en cuenta que quien pertenece a la tercera edad es más susceptible de sufrir infecciones del tracto digestivo, como gastroenteritis aguda y enterocolitis por parásitos, por lo general causadas por una amiba.
Ante un cuadro de esta naturaleza, el médico debe investigar a través de exámenes de laboratorio (análisis de muestras de materia fecal) el germen o bacteria causante del problema y combatirlo con fármacos específicos, además de ordenar adecuada hidratación, pues vale decir que la mayor cantidad de pacientes que mueren por un cuadro diarreico se debe, en primer lugar, a la deshidratación.
Las diarreas infecciosas se caracterizan por ser numerosas -más de 6 u 8 al día-, suelen estar acompañadas de dolor al evacuar, el excremento es completamente líquido, posee un olor mucho más fétido y en ocasiones hay sangre o moco, y hasta pus. Generalmente, el paciente presenta fiebre.

¿Medicamentos?

Son muy pocos los fármacos que se utilizan actualmente para tratar esta enfermedad, básicamente se debe hidratar al paciente ya sea por vía oral (tomando agua) o mediante soluciones intravenosas (sueros).
El uso de medicamentos a base de difenoxilato o loperamida deben evitarse en los ancianos, ya que actúan en ciertos centros nerviosos del cerebro, particularmente en el que controla la respiración, y el individuo podría llegar a tener súbita detención de esta vital función.
Tomemos en cuenta que respirar no depende de la voluntad, y si el mecanismo nervioso que controla esta actividad se ve afectado por químicos, tóxicos, fármacos o alguna lesión, fácilmente se caerá en paro respiratorio.
En ocasiones, el uso de medicamentos a base de caolín, pectina y atapulguita ayudan, mas es aconsejable permitir que la diarrea se detenga sola ya que si no es así, tal vez se esté frente a una diarrea de origen bacteriano o parasitario, es decir, infecciosa. En este caso, el gastroenterólogo deberá determinar el tipo de antiamibiano o vermífugo (medicamento que combate los parásitos intestinales) que requiere el enfermo, lo cual se concluye una vez que cuenta con resultados de los análisis de materia fecal.
Es importante mencionar que algunas diarreas son causadas por la enorme cantidad de medicamentos que le son administradas al anciano; se les conoce como hiatrogénicas y los responsables son, definitivamente, el médico y las medicinas.
En resumen, hay que decir que el peligro de la diarrea radica en la deshidratación que sufre el paciente, lo que puede llegar a ser mortal en casos extremos. En el anciano, los síntomas se perciben con menor gravedad pues al sentirse enfermo tiende a aislarse, deja de comer, va a la cama y no habla de su problema. En cambio, un niño muestra cambios muy espectaculares en su apariencia, está desganado, retraído y su rostro se aprecia pálido y alargado.
Finalmente, habría que decir que la mejor manera de prevenir ésta y otras enfermedades es la comunicación constante con los ancianos con quienes convivimos.

Fuente: saludymedicinas Dr. José de J. Valencia Rodríguez - Gerontoprofilacta.