viernes, 9 de agosto de 2013

Más fácil curar malnutrición que obesidad´

Oliver Longué, director general de la ONG Acción contra el Hambre, asegura que "las hambrunas de los últimos 50 años las ha creado el hombre con un objetivo político como arma de guerra"

 


Francés de 49 años, Longué llegó a España en 1995 para liderar esta organización no gubernamental internacional que lucha contra la desnutrición en las regiones más pobres del Planeta.

Señor Longué, ¿por qué decidió un día cambiar París y Nueva York por la tierra de nadie de las ONG?
 
Fue algo natural. En París gestionaba carteras de grandes fortunas. El banco me prometió hacerme director de una sucursal de Londres, pero el plan se truncó. Me sentí desilusionado.


¿Se metió en Acción contra el Hambre por un desengaño empresarial?
 
¡No, no! Trabajar en un banco es muy divertido. Aprendí que la gente rica no es rica por casualidad sino que se lo trabaja mucho. Antes de la Banca estuve en el cuerpo diplomático de Francia y después en el Consejo de Seguridad de Nueva York. En la década de 1990 comencé a trabajar con grandes ONG. Me impactó el ver cómo se podía ayudar a los más necesitados de una forma profesional y decidí hacerme bombero.


¿Bombero?
 
Sí. Bomberos son las personas de las ONG que intervienen en las crisis mundiales que están relacionadas con los conflictos bélicos.


¿Y se centró en el hambre?
 
Efectivamente. Acción contra el Hambre es una organización de técnicos, humanitaria y neutral. No somos voluntarios de la caridad.


¿Qué le ha enseñado el hambre?
 
Todas las hambrunas que se han dado en los últimos 50 años han sido creadas por el hombre con un objetivo político como arma de guerra. No ha habido hambrunas naturales.


¿Y las provocadas por sequías o terremotos?
 
Traen escasez, no hambruna.


¿Es entonces el hambre un problema político más que económico?
 
Sí. El Planeta produce un 50 por ciento más de lo que necesita. Hay un grave problema de distribución.


¿Influye este problema de distribución en la obesidad?
 
Efectivamente. Al no haber una distribución equitativa de los productos surge la epidemia de la obesidad por la sobrealimentación.


¿Cómo es posible que más de 7.000 niños mueran al día de hambre con la cantidad de comida que se tira a la basura?
 
No hay que dar a los demás lo que no queremos, lo que hay que hacer es distribuir los alimentos de forma equitativa. La realidad del hambre ha cambiado en los últimos 25 años. Antes tenía una lógica geográfica. En Níger puedes ver hoy niños desnutridos junto a otros con obesidad. El hambre, por otra parte, ha vuelto a aparecer en Europa.


Y en España.
 
La crisis ha hecho que los niños coman peor, pero ya comían mal en época de bonanza. La crisis per se no ha empeorado nada. No creo que haya niños en España que se desmayen en el colegio por falta de alimentación. Hay que huir de los titulares políticos sin rigor.


¿Corremos el riesgo de que las nuevas generaciones de españoles estén peor alimentadas que las anteriores?
 
Vamos hacia una juventud y una niñez peor alimentada, pero no se puede hablar de niños que se mueran de hambre. Lo que hacemos ahora en España por primera vez en la historia de esta organización es impulsar acciones para facilitar el acceso al mercado laboral de personas en riesgo de exclusión social.


Usted asegura también que la desnutrición no es siempre por la pobreza.
 
Efectivamente. En los países pobres vemos ahora niños malnutridos por culpa de falsas creencias de sus madres. Aquí hay que trabajar con la educación. Convencer a una madre de que su hijo está fondón es difícil en ciertos lugares del mundo. Es más fácil curar a un niño malnutrido que a uno que padece obesidad. La madre del primero ve con nuestros tratamientos que su hijo mejora a las tres semanas. El tratamiento del niño obeso es más cruel porque requiere una dieta de meses y mucha disciplina.


¿Le preocupa más la obesidad que la desnutrición?
 
Ni más ni menos. La desnutrición severa te mata rápido mientras que la obesidad, como el tabaco, te va matando poco a poco. Los niños no mueren por sobrepeso pero serán adultos con muchos problemas de salud. Es más fácil curar a un niño malnutrido que a uno que padece obesidad. La madre del primero ve con nuestros tratamientos que su hijo mejora a las tres semanas. El tratamiento del niño obeso es más cruel porque requiere una dieta de meses y mucha disciplina.


Fuente:la opinion de malaga