martes, 30 de septiembre de 2014

¿Las bacterias intestinales influyen en la mente?



Suena a ciencia-ficción, pero parece que las bacterias que viven en nuestro interior, y que son 100 veces más numerosas que nuestras células, podrían estar afectando a nuestras apetencias gastronómicas, e incluso a nuestro estado de ánimo, para hacernos comer lo que ellas quieren, y a veces conducirnos hacia la obesidad. Esta es la sorprendente conclusión a la que se ha llegado en una investigación realizada por científicos de tres universidades estadounidenses, la de California en San Francisco, la Estatal de Arizona, y la de Nuevo México.

El equipo de la bióloga y psicóloga Athena Aktipis, ha completado una exhaustiva revisión de resultados de estudios científicos recientes sobre el papel de los microbios intestinales en la sensación de apetito y en nuestras apetencias hacia ciertos alimentos. La información analizada apunta a que estos microbios influyen en el comportamiento humano sobre la comida y en las elecciones dietéticas, para incitarnos a consumir alimentos con los nutrientes particulares que a esos seres les permiten crecer mejor, en vez de limitarse a intentar subsistir de aquellos que les llegue en los alimentos escogidos exclusivamente por la persona en cuyo interior viven.

Las especies bacterianas varían en cuanto a los nutrientes que necesitan. Algunas prefieren grasas, y otras azúcar, por ejemplo.

Si bien no está claro cómo ocurre esto exactamente, el equipo de Aktipis cree que esta comunidad diversa de microbios, conocida colectivamente como microbioma intestinal, puede influir en nuestras decisiones mediante la liberación de moléculas señalizadoras en nuestro intestino. Dado que el intestino está conectado al sistema inmunitario, el sistema endocrino y el sistema nervioso, esas señales podrían influir en nuestras respuestas fisiológicas y de comportamiento.

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La relación entre las bacterias del intestino y comer de forma poco saludable. (Imagen: Cortesía de la Universidad de California en San Francisco)





En ratones, ciertas variedades de bacterias incrementan el comportamiento ansioso. En humanos, un ensayo clínico reveló que beber un probiótico que contenía a la Lactobacillus casei mejoraba el buen humor en aquellas personas que se sentían muy bajas de moral.

El próximo paso que el equipo de Aktipis propone en esta singular línea de investigación es averiguar si, por ejemplo, el trasplante al intestino humano de bacterias que requieran un contenido de nutrientes de algas marinas llevaría al anfitrión humano a una apetencia mayor de comer algas.